jueves, 13 de diciembre de 2007

Sobre la infancia

"La relación entre los grandes y los chicos no es una campiña serena sino más bien una región difícil y escarpada, de a ratos oscura, donde soplan vientos y tensiones; un nudo complejo y central a nuestra cultura toda, que sería tonto pretender despejar en pocas palabras. [...] Hoy apenas estamos aprendiendo a cuestionar algunas de las muchas hipocresías con que ocultamos nuestra relación con la infancia. Al menos hoy, lo infantil es problemático".

Graciela Montes. El corral de la infancia. FCE. México. 2001.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Reunión de Academia

Escucho lo que dicen. Me parece que cada palabra no sirve de mucho. Me oculto, me aparto como la araña de Coetzee (Infancia). Es difícil integrarse con los demás, hay cosas que se vuelven imposibles en un contexto de “intersubjetividades” simuladas. Soy un farsante, me he colocado un rostro amable, siendo íntimamente un ser mezquino. Pero esto, incluso, es un mero cliché.


S/F

Dos fragmentos


“La infancia, dice la Enciclopedia de los niños, es un tiempo de dicha inocente, que debe pasarse en los prados entre ranúnculos dorados y conejitos, o bien junto a una chimenea, absorto en la lectura de un cuento. Esta visión de la infancia le es completamente ajena. nada de lo que experimenta en Worcester, ya sea en casa o en el colegio, lo lleva a pensar que la infancia sea otra cosa que un tiempo en el que se aprietan los dientes y se aguanta.”

J.M. Coetzee, Infancia, p. 19. Traducción: Juan Bonilla. Mondadori.
……
“Al parecer, siempre se equivoca en algo, quiera lo que quiera, le guste lo que le guste, tarde o temprano tiene que convertirlo en un secreto. Empieza a verse a sí mismo como una de esas arañas que viven en un agujero con trampilla cavando tierra. La araña siempre tiene que estar regresando a toda prisa a su agujero, cerrando la trampilla, excluyéndose del mundo, escondiéndose.”

J.M. Coetzee, Infancia, p. 33. Traducción: Juan Bonilla. Mondadori.

sábado, 20 de octubre de 2007

Nietzsche sobre la "cultura rápida", no muy lejos de la OCDE

«Creo haber notado de dónde procede con mayor claridad la exhortación a extender y a difundir lo más posible la cultura. Esa extensión va contenida en los dogmas preferidos de la economía política de esta época nuestra. Conocimiento y cultura en la mayor cantidad posible -producción y necesidades en la mayor cantidad posible-, felicidad en la mayor cantidad posible: ésa es la fórmula poco más o menos. En este caso vemos que el objetivo último de la cultura es la utilidad, o, más concretamente, la ganancia, un beneficio en dinero que sea el mayor posible. Tomando como base esta tendencia, habría que definir la cultura como la habilidad con que se mantiene uno “a la altura de nuestro tiempo”, con que se conocen todos los caminos que permitan enriquecerse del modo más fácil, con que se dominan todos los medios útiles al comercio entre hombres y entre pueblos. Por eso, el auténtico problema de la cultura consistiría en educar a cuantos más hombres “corrientes” posibles, en el sentido en que se llama “corriente” a una moneda. Cuantos más numerosos sean dichos hombres corrientes, tanto más feliz será un pueblo. Y el fin de las escuelas modernas deberá ser precisamente ése: hacer progresar a cada individuo en la medida en que su naturaleza le permite llegar a ser “corriente”, desarrollar a todos los individuos de tal modo, que a partir de su cantidad de conocimiento y de saber obtengan la mayor cantidad posible de felicidad y de ganancia. Todo el mundo deberá estar en condiciones de valorarse con precisión a sí mismo, deberá saber cuánto puede pretender de la vida. La “alianza” entre inteligencia y posesión, apoyada en esas ideas, se presenta incluso como una exigencia moral. Según esta perspectiva, está mal vista una cultura que produzca solitarios, que coloque sus fines más allá del dinero y de la ganancia, que consuma mucho tiempo. A las tendencias culturales de esa naturaleza se las suele descartar y clasificar como "egoísmo selecto", “epicureismo inmoral de la cultura”. A partir de la moral aquí triunfante, se necesita indudablemente algo opuesto, es decir, una cultura rápida, que capacite a los individuos deprisa para ganar dinero, y, aun así, suficientemente fundamentada para que puedan llegar a ser individuos que ganen muchísimo dinero. Se concede cultura al hombre sólo en la medida en que interesa la ganancia; sin embargo, por otro lado se le exige que llegue a esa medida. En resumen, la humanidad tiene necesariamente un derecho a la felicidad terrenal: para eso es necesaria la cultura, ¡pero sólo para eso!» «En este punto quiero añadir algo», dijo el filósofo. «A partir de esa perspectiva -caracterizada de una forma que no carece de claridad- surge el grande, incluso enorme, peligro de que en un momento determinado la gran masa salte el escalón intermedio y se arroje directamente sobre esa felicidad terrenal. Eso es lo que hoy se llama "problema social". Efectivamente, podría parecer a esa masa, a partir de lo que hemos dicho, que la cultura concedida a la mayor parte de los hombres sólo es un medio para la felicidad terrenal de unos pocos: la “cultura cuanto más universal posible” debilita la cultura hasta tal punto, que se llega a no poder conceder ningún privilegio ni garantizar ningún respeto. La cultura común a todos es precisamente la barbarie. Pero no quiero interrumpir tu exposición.»
Sobre el porvenir de nuestras escuelas. Traducción de Carlos Manzano. Tusquets. Barcelona. 2000. pp. 51-54.

miércoles, 17 de octubre de 2007

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Nada. Un par de semanas en blanco. Sopor.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Xpak’int’e

La relación con los niños es magnífica. Además, poco a poco enriquezco mi léxico del tsotsil. Lo más llamativo del día fue la leyenda que me trajo una alumna de primer grado. A mí me pareció interesante.
La transcribo:

XPAKINT’E

Petrona Pérez Ruiz
(Alumna de Primero “B”)

Mi mamá me dijo “hija vamos a ver el cafetal”.
“De dónde mamá, allá en Sikil ukum [río frío], bueno vamos…”
El cielo estaba muy nublado, llovía un poco, llegamos al cafetal. Ahí hay un árbol de naranja. Mi hermano con mi primo subieron a cortar naranja.
“Mi morral ya está lleno… mamá ya vámonos a la casa”, le dije a mi mamá.
“¿Por qué?”
“Es que ya tengo frío”.
Ahorita nos vamos a ir, aguántate un poco más, si comes muchas naranjas se te va a pasar el frío”.
Mi hermano comenzó a reír porque mi primo estaba chiflando mucho, cuando estaba riendo, de repente apareció un ruido, una voz de mujer que lloraba en las montañas, se acercaba, se acercaba. Mi mamá fue primero quien la vio. Temblaba mucho de miedo y ya no hablaba mi mamá.
“¿Qué te pasa?”, dijo mi hermano que bajó rápido del árbol.
La mujer lucía bien su traje. Tiene faja, listón, nagua. Era muy linda. Mi primo se acercó y habló con ella. Traía un bebé cargando.
“¿Quién eres, por qué caminas sola, no tienes miedo que está nublado el cielo, no sabes que aquí hay fantasmas?”, le preguntó mi primo. Ella no respondió nada.
Mi hermano le gritó fuerte a mi primo Edgar: “¿qué no lo sabes que esa mujer es una fantasma? Tal vez, es la mujer de la noche que se llama Xpakint’e, sólo síguela”.
Mi primo dijo “ya no quiero seguirla, ya tengo miedo”.
“Voy contigo, sólo ve a dónde va”.
De repente ya no estaba cerca, estaba muy lejos. Había un árbol que era muy grande. El árbol y la mujer ahí desaparecieron.

Xpakint’e: esta palabra se refiere a una especie de "llorona".
18 de septiembre de 2007

Huracanes II

Suspendimos clases. Vino el huracán Félix. Algunos profesores no llegaron porque llovía mucho por la zona. Estuve ahí, realmente, no llovía tanto. Nosotros (el profesor de matemáticas y yo) llegamos a la escuela con tranquilidad. La catástrofe fue mínima: algunos charcos, una que otra gripa o gripe. Hay quien piensa que una brizna es índice de un diluvio (o pretexto). ¿Seguirán de picos pardos o la vocación se les tambalea?

Vocación, bah, pienso en un fragmento del capitulo II del Periquillo Sarniento de Lizardi:

“...«sólo la maldita pobreza me puede haber metido a escuelero; ya no tengo vida con tanto muchacho condenado; ¡qué traviesos que son y qué tontos! Por más que hago, no puedo ver uno aprovechado. ¡Ah, fucha en el oficio tan maldito! ¡Sobre que ser maestro de escuela es la última droga que nos puede hacer el diablo!...» Así se producía mi buen maestro, y por sus palabras conoceréis el candor de su corazón, su poco talento y el concepto tan vil que tenía formado de un ejercicio tan noble y recomendable por sí mismo, pues el enseñar y dirigir la juventud es un cargo de muy alta dignidad, y por eso los reyes y los gobiernos han colmado de honores y privilegios a los sabios profesores; pero mi pobre maestro ignoraba todo esto, y así no era mucho que formara tan vil concepto de una tan honrada profesión”.

Sólo por memoria, lo anterior fue publicado, si no me equivoco, en 1816. Las cosas no han cambiado mucho. Por qué me habré metido de escuelero. ¡Ah!, esta honrada profesión.
6 de septiembre de 2007

Huracanes I

Hoy se suspendieron las clases. Llovió. Pero no mucho. Me fui a San Pedro Nichtalucum muy temprano con el profesor de matemáticas. Éramos (fuimos) los únicos en el lugar. El huracán Félix lo provocó todo. Sin embargo sólo lloviznó. Suspendimos hasta el lunes (hoy es jueves). Vinieron del departamento a recoger los libros (de texto gratuitos) que sobraron. Pero no encontraron a nadie. Qué comunicación la nuestra.
No sé por qué, pero este día me la pasé meditando sobre el documental “Ser o tener” de Nicolas Philibert. Al comparar mi contexto con el que aparece en esa "película" concluí que soy parte de una entelequia institucional. Es triste.
6 de septiembre de 2007

De picos pardos

Creo que las cosas empiezan a desbordarse. Casi ninguno de los maestros se presenta a trabajar. Oigo todos los días oraciones del tipo “no importa”. Qué sucede. Sé que todos tienen otras preocupaciones, que no nos han pagado, que las instalaciones están en terribles condiciones, que el aspecto administrativo es una suerte de arena movediza; pero, eso no es culpa de los alumnos, sino del sistema educativo al que pertenecemos.
Estoy tratando esto con meditación zen, para no ahorcar/me a mis compañeros (no a todos). Me imagino que andan de picos pardos. Ya me tocará.
5 de septiembre de 2007

Dadá

A las cinco de la mañana sonó el despertador. En la escuela ya tenemos horarios. El día de hoy me tocaron seis horas. En la mañana lloviznó. Dicen que se acerca otro huracán llamado Félix. Vaya si tenemos mala suerte. Tuve clases con los tres únicos grupos de la escuela. Han transcurrido un par de semanas desde el inicio de clases; sin embargo, aún no tenemos rumbo, ni idea, ni nada. Somos, por decirlo de un modo, una escuela dadaísta. Un gusto.
4 de septiembre de 2007

domingo, 2 de septiembre de 2007

De regreso a Babel

El huracán Dean no tocó Chiapas. Falsa alarma.
Hoy fue un día negro. Mejor dicho una mañana negra. Y no es metáfora.
Por el momento busco una alternativa que me permita emplear menos palabras.
Me fui somnoliento. Creí que no finalizaría de pie mis horas de trabajo. Pero ya, el sueño se fue.
No tengo palabras (tal vez no quiero tenerlas) para describir este día. Pero como escribió René Char: “Algunos días no hay que temer nombrar las cosas imposibles de describir.”

Cómo decir entonces, describir, ah, recuerdo el día de hoy como algo que no se prefigura en mi experiencia por medio de lo vivido, sino de lo aprendido, aunque me dirán los empiristas que lo uno lleva a lo otro. Quiero decir, que encontré en esa escuela una posibilidad de refugio (y no es muy pronto para afirmar eso), no hablo desde una pura demagogia, más bien hablo de un lugar donde atrapar ciertos encuentros cognositivos.
Por lo pronto quiero ir despacio, lento, acumular tiempo, atrasarme con respecto del mundo “liquido” de la modernidad (Zygmunt Bauman).

Seguramente, para algunos, trabajar sin rumbo puede ser un martirio. Yo, que no tengo un plan, ni programa, ni manual que me indique por donde debo avanzar, veo este hecho como una posibilidad para ser creativo. La desventaja es buena para mí. No sufro, me relajo, sólo sé que de Primer año el proyecto inicial trata sobre mitos y leyendas. La “enseñanza-aprendizaje” fluirá de manera natural.
Pero hablando ya de contenido, de lo que logré recordar para relacionar el mito con algún concepto tsotsil similar que creara un encuentro entre los alumnos y yo, fue traer a cuenta el término wo, que según Calixta Guiteras Holmes (Los peligros del alma. Visión del mundo de un Tzotzil) sería algo así como la "palabra que viene de los antepasados". Pero los alumnos me dijeron que wo significa “hacia atrás” o “pasado”. En clase fue magnifico, logramos un entendimiento (aquí no me pondré escéptico). El mito y las narraciones wo si bien no son lo mismo, sí se complementan. Claro, no hablo de mito como algo ficticio, sino que su definición vine de las ideas de Claude Lévi-Strauss y Paul Ricœur.
Por eso creo, sólo creo (ahora sí me vuelve lo escéptico), que me pude dar a entender mejor hablando, por momentos, en el plano del léxico, en tsotsil. Nació una comunicación más cercana. Además, dije que en la clase tienen cabida todas las lenguas. Comenté, también, que la asignatura ya no sería español, sino lenguas, la intención fue que nadie se piense excluido. Así que yo llevo mi lengua y ellos la suya, y las anudamos y, qué bueno, de pronto el salón se convirtió en una suerte de Babel escolar en la cual, de alguna forma (no sé cómo) encontramos el modo para comunicarnos.


23 de agosto de 2007

Día dos

Me desperté temprano. Más de lo que tenía pensado. En San Pedro Nichtalucum se rigen por el horario “normal” (no emplean el horario de verano como en donde vivo), eso me descontrola. Pero, ni modo, qué le hago. Además, también tiene su parte de culpa la organización la escuela, no tenemos horarios, ni nada que nos fije una temporalidad. No sé por qué. Me imagino que esta "atemporalidad" tiene que ver con que la escuela es de nueva creación y tenemos una "directora encargada" de nueva creación. Pero me gusta ese desorden. Hoy fue mi primer acercamiento real con los alumnos. Daré clases a dos primeros grados y a un segundo. Hice lo acostumbrado: presentarme, explicar en qué consiste mi asignatura, construir los criterios de evaluación, etc.
Inicié con segundo grado. Los “sometí” a una técnica grupal de presentación que aprendí en un taller de Xesús R. Jares. Jugamos con una pelotita. Fue divertido. Por lo que alcancé a ver, no sólo a mí me lo pareció. Esto me sirvió para interiorizar los rostros de los alumnos, que no para recordar sus nombres. Me percaté, me atrevería a decir, sin que sea esto un cliché, que es en el encuentro, en el momento de convivir, que puedo hablar de mi “vocación”. Qué palabra. No la volveré a mencionar, por lo menos referida a mí.
En definitiva, me integro, eso quiero. Ahora ya finalizado el día puedo hablar, por ejemplo, de Normaida, que me dijeron participó en la clausura del ciclo escolar anterior con una imitación de Ana Bárbara. Yo no sé, pues, si las maestras que permitieron esa imitación no se percataron del equívoco. Algo me dice que no. Sin palabras. También por ahí me topé con Nicolás, un “tipo” raro, no tiene más de 13 años pero te mira desde sus ojos redondos con un desenfado socarrón que no concuerda con su aspecto, tal vez, mentídamente frágil.
El día fue largo. Pero no me quejo. Nos dijeron “preséntense”. La mayoría se tomó tan a pecho esta indicación que se llevarán toda la semana en eso.
La escuela tiene sólo tres aulas. No hay luz, pero sí mucho lodo. Nos dicen que todo mejorará en enero. Eso dicen.
22 de agosto de 2007

martes, 21 de agosto de 2007

Inicio de clases

Curioso es sentir el primer día de labores como una válvula de escape.

Hay minucias de la escuela que nunca aceptaré. Ayer, por ejemplo, la directora me pidió que buscara las efemérides para el homenaje (Aaaggghhh). Qué desdicha. De pronto, todo se volvió la batalla de Churubusco, la muerte de Trotsky, la creación del Archivo General de la Nación, el nacimiento de Borges. Aquello fue soporífero. Recordé himnos, bandera, escolta, no sé, todo volvió. Minucias, pues.
Este primer día de clases empezó incómodo, por mi dependecia del maestro que me llevó en su automóvil a la escuela (es aparatoso vincularse al ritmo de alguién más). Sin embargo, todo marchó bien. Fuera del frío en los pies, nada de que arrepentirse. Llevé un par extra de calcetines en la mochila. Pero, bueno, hay ocaciones...

Nota cardinal: una maestra, amable mujer (espero que se note la inronía), tiene un problema. Resulta que además de sus horas en nuestra secundaría técnica, tiene otro trabajito; así que anda en la búsqueda de alguien que le cubra sus horas, no importa el perfil, no, eso es lo de menos; si es éticamente viable, no, tampoco importa; lo verdaderamente importante, es que no renuncie a su otro trabajo (bien remunerado). Como dice mi vecina: “tronco de profesora”.
Ya no sé qué escribir. El día fue insustancial. Pero no me quejo.
Tengo que hacer mi plan anual, la dosificación, la jerarquización (eso me dijo el jefe de enseñanza, seguimos en las mismas), desarrollar los “proyectos”.
Mañana llevaré puestos (ojo) dos pares de calcetines. También algo para leer, Ucello de Jorge Esquinca. Mi desayuno será escaso mañana. Pero bueno, ya lo sé, me maquinizo. Debo pensar en otras cosas, en estos últimos días me he pasado casi todo el tiempo pensando en la escuela, sólo en la escuela. No es normal. Estoy enfermo de fijación.
Veamos, mientras escribo esto, me llegan noticias del huracán Dean. Estamos en alerta amarilla. Por el momento llueve despacio. Sin embargo, no me preocupa.
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19:34 p.m.y 20 de agosto de 2007

viernes, 17 de agosto de 2007

Talleres Generales de Actualización (3)

¡Último día de TGA!
Nada nuevo bajo el sol (Ecl.1:9).
Hoy el taller pasó a segundo término. Todo se concentró en organizar el “programa” de bienvenida a los alumnos (el 20 de agosto inicia el ciclo escolar). Como profesor de español fui elegido (obligado) para decir un discurso de recibimiento. Qué diré, qué diré. Tal vez, inicie con “sean todos bienvenidos”, digo, para emplear formatos usuales del lenguaje. Seguiré con una oración pesimista: “…estamos todos en el mismo barco, sometidos por la seudoeducación”. Sólo escribo puros lugares comunes. Sin embargo, con todo y mi pesimismo, hoy me sentí animado, esa es la palabra, “animado”, con ánimo, de anĭma, con alma. Quería sembrar árboles, llevar masetas, limpiar los salones (son tres, por eso), crear sendas bibliotecas de aula, no sé, ya antes hablé de mis lapsos de euforia (la escuela como "espacio de resistencia").
Pero, clama, no sé cómo me va a ir en la feria el día lunes.
Ya veré.
Hoy sólo pienso en la escuela como un refugio contra todo lo que nos deshumaniza.

17 de agosto de 2007

Talleres Generales de Actualización (2)


Segundo día de TGA. Mañana lluviosa. Estoy algo lento. Otra vez llegué puntual. La maestra, amiga mía, otra vez llegó tarde. Comienza la rutina. Hoy hablamos de la transversalidad, somero, pero hablamos. Me imagino que es urgente hablar de los valores desde lo transversal, más bien, como dicen en el taller, desde la “doble transversalidad”: lo explícito y lo oculto.
Cuando salí hoy al receso vi a un conejo (en serio) merodeando en la sala de usos múltiples. Ahora que lo pienso, lo único transversal es aquello que me relaciona con ese conejo, simples mamíferos. Sin embargo, yo no soy tan vital como este amigo roedor. Pienso en el sindicato, en el departamento, en la escuela, en la reforma de la secundaria, en libros para bibliotecas, en planes, salarios, horarios, formas, programas, secuencias didácticas, actividades permanentes, bloques, proyectos. Todo lo inhumano que puede tener la educación. Creo que haré como escribió Nietzsche: “los hombres son más perezosos que cobardes, y lo que más temen son precisamente las molestias que les impondrían una sinceridad y una desnudez incondicionales” (Schopenhauer como educador). Seré perezoso. Eso pienso, no sé, ¿debería serlo?

16 de agosto de 2007

Talleres Generales de Actualización (1)

Hoy iniciaron los Talleres Generales de Actualización (TGA). Todos nosotros (los profesores de educación básica en servicio), en la tarea de actualizar nuestra afanosa labor y, el Estado, apoyando nuestra “formación continua” (dixit José Fernando González S., Subsecretario de Educación Básica). En esta ocasión, se trató de “La formación en valores en la escuela secundaria” (esto no incluye a los demás niveles que tienen otros temas). Algo me dice que estos talleres no son de actualización, sino para conocer uno los ejes transversales del currículo oficial.
La mayoría de mis compañeros fueron puntuales, a excepción de una maestra, amiga mía, que llegó media hora antes de que acabará el taller (la puntualidad es muy apreciada en estos menesteres). Antes de iniciar el taller, yo tenía los prejuicios palmeándome el hombro, porque estos talleres de actualización me parecen meros trámites, pero olvidando “un tanto” a Gadamer (sobre lo positivo de los prejuicios) y, recordando a Bachelard (todo lo contrario del pensador de Marburgo), los hice a un lado, a los prejuicios. Esto fue bueno, ya que no me sorprendió ver la ligereza, la holgura de estos talleres. En el ambiente hubo más improvisación que sistema. Aquello fue una pequeña asamblea informativa. Pero, ya, nada es tan severo, de todas formas, los TGA son un jirón de tres días que no resulten nada, lo sabía de antemano. La directora, encargada de dar el taller, lo reconozco, procuró que este asunto no fuera un desastre.
En lo personal, lo más significativo fue que recibimos el taller en la misma aula en donde yo cursé mi clase de español (ah, mis años de adolescencia), en la Secundaria Técnica Industrial # 79 de Tuxtla Gutiérrez. En realidad nunca me fui.
Abandono, pues, la digresión. Como ya dije, se discutió sobre los valores. Lo que me quedó claro, es que a pesar de ser un concepto abstracto, en la práctica, en lo concreto (yo diría), sabemos qué clase de cosa es un “valor”. Soslayando definiciones académicas, los valores actúan en el nivel de las acciones, no existe el vademécum ético que nos dirija. Recuerdo, “siempre”, al escuchar la palabra “valor”, una idea de la conferencia de Wittgenstein sobre la ética: “nuestras palabras sólo expresan hechos”, no digo más.
Pero en fin, lo más verdadero, pienso (nótese la influencia escéptica), fue la posibilidad de conocer subjetivamente a mis compañeros, darme cuenta que tienen inquietudes similares a las mías: los horarios, el salario, los trámites institucionales. Qué otras preocupaciones podíamos tener los profesores de un país como el nuestro, que se encuentra inspirado por el mundo económico. Al cabo, somos parte de la inercia que lo resuelve todo. Díganme, ¿no necesitamos vivir a cualquier precio, aunque no haya otra forma para salvar la situación que mantener un perfil bajo, muy bajo?

15 de agosto de 2007

miércoles, 15 de agosto de 2007

La escuela, pronto

El 20 de agosto inician mis actividades como “docente” (profesor de español en el nivel secundaria). Es un asunto que me tiene en una disyuntiva. Por un lado, me imagino como un instrumento, bueno, un elemento más del aparato ideológico de Estado que es la escuela; por otro, pienso (mera evación) que el magisterio es el último espacio de resistencia contra el establishment. Sin embargo, todo se aclara cuando recuerdo que hay una tecnología educativa que regula la labor docente, que hay un conjunto de instancias que controlan, incluso, la práctica única e individual del profesor. Creo que no hay forma de escapar, no hay posibilidad de resistencia. Tenía razón Althusser. Lo sé, es falso todo (educar para la vida), lo único que importa son las "competencias" económicas, instrumentales y de poder.
Ah, si yo pudiera hacer una no-educación, una antipedagogía que se inmiscuyera como un virus (no virtual) en ese sistema educativo casi inmune a todo. Hablo de que en su papel como institución modeladora el sistema educativo hace muy bien su trabajo, crea ignorantes, analfabetas funcionales, seres acríticos muertos emocional e intelectualmente, seres abstractos, neutros.
Pero dejo el dramatismo. El lunes parto a la Secundaria Técnica Industrial No 151 de San Pedro Nixtalucum (Nichtalucum dice en mi orden de comisión), comunidad de El Bosque, Chiapas, México (me gusta esa faramalla, sólo me faltó escribir “el mundo”). Por lo que he investigado es una comunidad tsotsil, con tres líneas políticas: priísta, perredista y zapatista. Vaya mezcolanza. Pero, insisto, no debo dramatizar, no es para tanto, todo tiene su lado agradable, alguién me dijo que San Pedro Nixtalucum es un lugar frío. Me gusta el frío.
Por cierto, en un libro de Juan Bañuelos encontré un poema intitulado “Hojamarga”, que según se lee al final de texto, fue escrito en San Pedro Nixtalucum. Es curioso que dicho poema tenga un tono consternado como esto que escribo, no sé, tal vez me equivoco, pero, tal vez no:

nunca
se elevó
tan bajo
tu hambre
/
tu sombra sin
cuerpo
/
la impostura/
la ceniza
de tus trojes
quemadas
/
el látigo/los nadies
de la sed…

(Me) formaré a los “nadies” del requerimiento global: librepensadores, librempresariales y sustentables. Sordomuda va mi resistencia.

Sordomuda
(no se dice tu nombre
se respira
)
...dice Bañuelos.

Ya veré lo que se me permitirá leer del tiempo.
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15 de agosto del 2007