domingo, 16 de septiembre de 2007

Xpak’int’e

La relación con los niños es magnífica. Además, poco a poco enriquezco mi léxico del tsotsil. Lo más llamativo del día fue la leyenda que me trajo una alumna de primer grado. A mí me pareció interesante.
La transcribo:

XPAKINT’E

Petrona Pérez Ruiz
(Alumna de Primero “B”)

Mi mamá me dijo “hija vamos a ver el cafetal”.
“De dónde mamá, allá en Sikil ukum [río frío], bueno vamos…”
El cielo estaba muy nublado, llovía un poco, llegamos al cafetal. Ahí hay un árbol de naranja. Mi hermano con mi primo subieron a cortar naranja.
“Mi morral ya está lleno… mamá ya vámonos a la casa”, le dije a mi mamá.
“¿Por qué?”
“Es que ya tengo frío”.
Ahorita nos vamos a ir, aguántate un poco más, si comes muchas naranjas se te va a pasar el frío”.
Mi hermano comenzó a reír porque mi primo estaba chiflando mucho, cuando estaba riendo, de repente apareció un ruido, una voz de mujer que lloraba en las montañas, se acercaba, se acercaba. Mi mamá fue primero quien la vio. Temblaba mucho de miedo y ya no hablaba mi mamá.
“¿Qué te pasa?”, dijo mi hermano que bajó rápido del árbol.
La mujer lucía bien su traje. Tiene faja, listón, nagua. Era muy linda. Mi primo se acercó y habló con ella. Traía un bebé cargando.
“¿Quién eres, por qué caminas sola, no tienes miedo que está nublado el cielo, no sabes que aquí hay fantasmas?”, le preguntó mi primo. Ella no respondió nada.
Mi hermano le gritó fuerte a mi primo Edgar: “¿qué no lo sabes que esa mujer es una fantasma? Tal vez, es la mujer de la noche que se llama Xpakint’e, sólo síguela”.
Mi primo dijo “ya no quiero seguirla, ya tengo miedo”.
“Voy contigo, sólo ve a dónde va”.
De repente ya no estaba cerca, estaba muy lejos. Había un árbol que era muy grande. El árbol y la mujer ahí desaparecieron.

Xpakint’e: esta palabra se refiere a una especie de "llorona".
18 de septiembre de 2007

Huracanes II

Suspendimos clases. Vino el huracán Félix. Algunos profesores no llegaron porque llovía mucho por la zona. Estuve ahí, realmente, no llovía tanto. Nosotros (el profesor de matemáticas y yo) llegamos a la escuela con tranquilidad. La catástrofe fue mínima: algunos charcos, una que otra gripa o gripe. Hay quien piensa que una brizna es índice de un diluvio (o pretexto). ¿Seguirán de picos pardos o la vocación se les tambalea?

Vocación, bah, pienso en un fragmento del capitulo II del Periquillo Sarniento de Lizardi:

“...«sólo la maldita pobreza me puede haber metido a escuelero; ya no tengo vida con tanto muchacho condenado; ¡qué traviesos que son y qué tontos! Por más que hago, no puedo ver uno aprovechado. ¡Ah, fucha en el oficio tan maldito! ¡Sobre que ser maestro de escuela es la última droga que nos puede hacer el diablo!...» Así se producía mi buen maestro, y por sus palabras conoceréis el candor de su corazón, su poco talento y el concepto tan vil que tenía formado de un ejercicio tan noble y recomendable por sí mismo, pues el enseñar y dirigir la juventud es un cargo de muy alta dignidad, y por eso los reyes y los gobiernos han colmado de honores y privilegios a los sabios profesores; pero mi pobre maestro ignoraba todo esto, y así no era mucho que formara tan vil concepto de una tan honrada profesión”.

Sólo por memoria, lo anterior fue publicado, si no me equivoco, en 1816. Las cosas no han cambiado mucho. Por qué me habré metido de escuelero. ¡Ah!, esta honrada profesión.
6 de septiembre de 2007

Huracanes I

Hoy se suspendieron las clases. Llovió. Pero no mucho. Me fui a San Pedro Nichtalucum muy temprano con el profesor de matemáticas. Éramos (fuimos) los únicos en el lugar. El huracán Félix lo provocó todo. Sin embargo sólo lloviznó. Suspendimos hasta el lunes (hoy es jueves). Vinieron del departamento a recoger los libros (de texto gratuitos) que sobraron. Pero no encontraron a nadie. Qué comunicación la nuestra.
No sé por qué, pero este día me la pasé meditando sobre el documental “Ser o tener” de Nicolas Philibert. Al comparar mi contexto con el que aparece en esa "película" concluí que soy parte de una entelequia institucional. Es triste.
6 de septiembre de 2007

De picos pardos

Creo que las cosas empiezan a desbordarse. Casi ninguno de los maestros se presenta a trabajar. Oigo todos los días oraciones del tipo “no importa”. Qué sucede. Sé que todos tienen otras preocupaciones, que no nos han pagado, que las instalaciones están en terribles condiciones, que el aspecto administrativo es una suerte de arena movediza; pero, eso no es culpa de los alumnos, sino del sistema educativo al que pertenecemos.
Estoy tratando esto con meditación zen, para no ahorcar/me a mis compañeros (no a todos). Me imagino que andan de picos pardos. Ya me tocará.
5 de septiembre de 2007

Dadá

A las cinco de la mañana sonó el despertador. En la escuela ya tenemos horarios. El día de hoy me tocaron seis horas. En la mañana lloviznó. Dicen que se acerca otro huracán llamado Félix. Vaya si tenemos mala suerte. Tuve clases con los tres únicos grupos de la escuela. Han transcurrido un par de semanas desde el inicio de clases; sin embargo, aún no tenemos rumbo, ni idea, ni nada. Somos, por decirlo de un modo, una escuela dadaísta. Un gusto.
4 de septiembre de 2007

domingo, 2 de septiembre de 2007

De regreso a Babel

El huracán Dean no tocó Chiapas. Falsa alarma.
Hoy fue un día negro. Mejor dicho una mañana negra. Y no es metáfora.
Por el momento busco una alternativa que me permita emplear menos palabras.
Me fui somnoliento. Creí que no finalizaría de pie mis horas de trabajo. Pero ya, el sueño se fue.
No tengo palabras (tal vez no quiero tenerlas) para describir este día. Pero como escribió René Char: “Algunos días no hay que temer nombrar las cosas imposibles de describir.”

Cómo decir entonces, describir, ah, recuerdo el día de hoy como algo que no se prefigura en mi experiencia por medio de lo vivido, sino de lo aprendido, aunque me dirán los empiristas que lo uno lleva a lo otro. Quiero decir, que encontré en esa escuela una posibilidad de refugio (y no es muy pronto para afirmar eso), no hablo desde una pura demagogia, más bien hablo de un lugar donde atrapar ciertos encuentros cognositivos.
Por lo pronto quiero ir despacio, lento, acumular tiempo, atrasarme con respecto del mundo “liquido” de la modernidad (Zygmunt Bauman).

Seguramente, para algunos, trabajar sin rumbo puede ser un martirio. Yo, que no tengo un plan, ni programa, ni manual que me indique por donde debo avanzar, veo este hecho como una posibilidad para ser creativo. La desventaja es buena para mí. No sufro, me relajo, sólo sé que de Primer año el proyecto inicial trata sobre mitos y leyendas. La “enseñanza-aprendizaje” fluirá de manera natural.
Pero hablando ya de contenido, de lo que logré recordar para relacionar el mito con algún concepto tsotsil similar que creara un encuentro entre los alumnos y yo, fue traer a cuenta el término wo, que según Calixta Guiteras Holmes (Los peligros del alma. Visión del mundo de un Tzotzil) sería algo así como la "palabra que viene de los antepasados". Pero los alumnos me dijeron que wo significa “hacia atrás” o “pasado”. En clase fue magnifico, logramos un entendimiento (aquí no me pondré escéptico). El mito y las narraciones wo si bien no son lo mismo, sí se complementan. Claro, no hablo de mito como algo ficticio, sino que su definición vine de las ideas de Claude Lévi-Strauss y Paul Ricœur.
Por eso creo, sólo creo (ahora sí me vuelve lo escéptico), que me pude dar a entender mejor hablando, por momentos, en el plano del léxico, en tsotsil. Nació una comunicación más cercana. Además, dije que en la clase tienen cabida todas las lenguas. Comenté, también, que la asignatura ya no sería español, sino lenguas, la intención fue que nadie se piense excluido. Así que yo llevo mi lengua y ellos la suya, y las anudamos y, qué bueno, de pronto el salón se convirtió en una suerte de Babel escolar en la cual, de alguna forma (no sé cómo) encontramos el modo para comunicarnos.


23 de agosto de 2007

Día dos

Me desperté temprano. Más de lo que tenía pensado. En San Pedro Nichtalucum se rigen por el horario “normal” (no emplean el horario de verano como en donde vivo), eso me descontrola. Pero, ni modo, qué le hago. Además, también tiene su parte de culpa la organización la escuela, no tenemos horarios, ni nada que nos fije una temporalidad. No sé por qué. Me imagino que esta "atemporalidad" tiene que ver con que la escuela es de nueva creación y tenemos una "directora encargada" de nueva creación. Pero me gusta ese desorden. Hoy fue mi primer acercamiento real con los alumnos. Daré clases a dos primeros grados y a un segundo. Hice lo acostumbrado: presentarme, explicar en qué consiste mi asignatura, construir los criterios de evaluación, etc.
Inicié con segundo grado. Los “sometí” a una técnica grupal de presentación que aprendí en un taller de Xesús R. Jares. Jugamos con una pelotita. Fue divertido. Por lo que alcancé a ver, no sólo a mí me lo pareció. Esto me sirvió para interiorizar los rostros de los alumnos, que no para recordar sus nombres. Me percaté, me atrevería a decir, sin que sea esto un cliché, que es en el encuentro, en el momento de convivir, que puedo hablar de mi “vocación”. Qué palabra. No la volveré a mencionar, por lo menos referida a mí.
En definitiva, me integro, eso quiero. Ahora ya finalizado el día puedo hablar, por ejemplo, de Normaida, que me dijeron participó en la clausura del ciclo escolar anterior con una imitación de Ana Bárbara. Yo no sé, pues, si las maestras que permitieron esa imitación no se percataron del equívoco. Algo me dice que no. Sin palabras. También por ahí me topé con Nicolás, un “tipo” raro, no tiene más de 13 años pero te mira desde sus ojos redondos con un desenfado socarrón que no concuerda con su aspecto, tal vez, mentídamente frágil.
El día fue largo. Pero no me quejo. Nos dijeron “preséntense”. La mayoría se tomó tan a pecho esta indicación que se llevarán toda la semana en eso.
La escuela tiene sólo tres aulas. No hay luz, pero sí mucho lodo. Nos dicen que todo mejorará en enero. Eso dicen.
22 de agosto de 2007