martes, 21 de agosto de 2007

Inicio de clases

Curioso es sentir el primer día de labores como una válvula de escape.

Hay minucias de la escuela que nunca aceptaré. Ayer, por ejemplo, la directora me pidió que buscara las efemérides para el homenaje (Aaaggghhh). Qué desdicha. De pronto, todo se volvió la batalla de Churubusco, la muerte de Trotsky, la creación del Archivo General de la Nación, el nacimiento de Borges. Aquello fue soporífero. Recordé himnos, bandera, escolta, no sé, todo volvió. Minucias, pues.
Este primer día de clases empezó incómodo, por mi dependecia del maestro que me llevó en su automóvil a la escuela (es aparatoso vincularse al ritmo de alguién más). Sin embargo, todo marchó bien. Fuera del frío en los pies, nada de que arrepentirse. Llevé un par extra de calcetines en la mochila. Pero, bueno, hay ocaciones...

Nota cardinal: una maestra, amable mujer (espero que se note la inronía), tiene un problema. Resulta que además de sus horas en nuestra secundaría técnica, tiene otro trabajito; así que anda en la búsqueda de alguien que le cubra sus horas, no importa el perfil, no, eso es lo de menos; si es éticamente viable, no, tampoco importa; lo verdaderamente importante, es que no renuncie a su otro trabajo (bien remunerado). Como dice mi vecina: “tronco de profesora”.
Ya no sé qué escribir. El día fue insustancial. Pero no me quejo.
Tengo que hacer mi plan anual, la dosificación, la jerarquización (eso me dijo el jefe de enseñanza, seguimos en las mismas), desarrollar los “proyectos”.
Mañana llevaré puestos (ojo) dos pares de calcetines. También algo para leer, Ucello de Jorge Esquinca. Mi desayuno será escaso mañana. Pero bueno, ya lo sé, me maquinizo. Debo pensar en otras cosas, en estos últimos días me he pasado casi todo el tiempo pensando en la escuela, sólo en la escuela. No es normal. Estoy enfermo de fijación.
Veamos, mientras escribo esto, me llegan noticias del huracán Dean. Estamos en alerta amarilla. Por el momento llueve despacio. Sin embargo, no me preocupa.
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19:34 p.m.y 20 de agosto de 2007

viernes, 17 de agosto de 2007

Talleres Generales de Actualización (3)

¡Último día de TGA!
Nada nuevo bajo el sol (Ecl.1:9).
Hoy el taller pasó a segundo término. Todo se concentró en organizar el “programa” de bienvenida a los alumnos (el 20 de agosto inicia el ciclo escolar). Como profesor de español fui elegido (obligado) para decir un discurso de recibimiento. Qué diré, qué diré. Tal vez, inicie con “sean todos bienvenidos”, digo, para emplear formatos usuales del lenguaje. Seguiré con una oración pesimista: “…estamos todos en el mismo barco, sometidos por la seudoeducación”. Sólo escribo puros lugares comunes. Sin embargo, con todo y mi pesimismo, hoy me sentí animado, esa es la palabra, “animado”, con ánimo, de anĭma, con alma. Quería sembrar árboles, llevar masetas, limpiar los salones (son tres, por eso), crear sendas bibliotecas de aula, no sé, ya antes hablé de mis lapsos de euforia (la escuela como "espacio de resistencia").
Pero, clama, no sé cómo me va a ir en la feria el día lunes.
Ya veré.
Hoy sólo pienso en la escuela como un refugio contra todo lo que nos deshumaniza.

17 de agosto de 2007

Talleres Generales de Actualización (2)


Segundo día de TGA. Mañana lluviosa. Estoy algo lento. Otra vez llegué puntual. La maestra, amiga mía, otra vez llegó tarde. Comienza la rutina. Hoy hablamos de la transversalidad, somero, pero hablamos. Me imagino que es urgente hablar de los valores desde lo transversal, más bien, como dicen en el taller, desde la “doble transversalidad”: lo explícito y lo oculto.
Cuando salí hoy al receso vi a un conejo (en serio) merodeando en la sala de usos múltiples. Ahora que lo pienso, lo único transversal es aquello que me relaciona con ese conejo, simples mamíferos. Sin embargo, yo no soy tan vital como este amigo roedor. Pienso en el sindicato, en el departamento, en la escuela, en la reforma de la secundaria, en libros para bibliotecas, en planes, salarios, horarios, formas, programas, secuencias didácticas, actividades permanentes, bloques, proyectos. Todo lo inhumano que puede tener la educación. Creo que haré como escribió Nietzsche: “los hombres son más perezosos que cobardes, y lo que más temen son precisamente las molestias que les impondrían una sinceridad y una desnudez incondicionales” (Schopenhauer como educador). Seré perezoso. Eso pienso, no sé, ¿debería serlo?

16 de agosto de 2007

Talleres Generales de Actualización (1)

Hoy iniciaron los Talleres Generales de Actualización (TGA). Todos nosotros (los profesores de educación básica en servicio), en la tarea de actualizar nuestra afanosa labor y, el Estado, apoyando nuestra “formación continua” (dixit José Fernando González S., Subsecretario de Educación Básica). En esta ocasión, se trató de “La formación en valores en la escuela secundaria” (esto no incluye a los demás niveles que tienen otros temas). Algo me dice que estos talleres no son de actualización, sino para conocer uno los ejes transversales del currículo oficial.
La mayoría de mis compañeros fueron puntuales, a excepción de una maestra, amiga mía, que llegó media hora antes de que acabará el taller (la puntualidad es muy apreciada en estos menesteres). Antes de iniciar el taller, yo tenía los prejuicios palmeándome el hombro, porque estos talleres de actualización me parecen meros trámites, pero olvidando “un tanto” a Gadamer (sobre lo positivo de los prejuicios) y, recordando a Bachelard (todo lo contrario del pensador de Marburgo), los hice a un lado, a los prejuicios. Esto fue bueno, ya que no me sorprendió ver la ligereza, la holgura de estos talleres. En el ambiente hubo más improvisación que sistema. Aquello fue una pequeña asamblea informativa. Pero, ya, nada es tan severo, de todas formas, los TGA son un jirón de tres días que no resulten nada, lo sabía de antemano. La directora, encargada de dar el taller, lo reconozco, procuró que este asunto no fuera un desastre.
En lo personal, lo más significativo fue que recibimos el taller en la misma aula en donde yo cursé mi clase de español (ah, mis años de adolescencia), en la Secundaria Técnica Industrial # 79 de Tuxtla Gutiérrez. En realidad nunca me fui.
Abandono, pues, la digresión. Como ya dije, se discutió sobre los valores. Lo que me quedó claro, es que a pesar de ser un concepto abstracto, en la práctica, en lo concreto (yo diría), sabemos qué clase de cosa es un “valor”. Soslayando definiciones académicas, los valores actúan en el nivel de las acciones, no existe el vademécum ético que nos dirija. Recuerdo, “siempre”, al escuchar la palabra “valor”, una idea de la conferencia de Wittgenstein sobre la ética: “nuestras palabras sólo expresan hechos”, no digo más.
Pero en fin, lo más verdadero, pienso (nótese la influencia escéptica), fue la posibilidad de conocer subjetivamente a mis compañeros, darme cuenta que tienen inquietudes similares a las mías: los horarios, el salario, los trámites institucionales. Qué otras preocupaciones podíamos tener los profesores de un país como el nuestro, que se encuentra inspirado por el mundo económico. Al cabo, somos parte de la inercia que lo resuelve todo. Díganme, ¿no necesitamos vivir a cualquier precio, aunque no haya otra forma para salvar la situación que mantener un perfil bajo, muy bajo?

15 de agosto de 2007

miércoles, 15 de agosto de 2007

La escuela, pronto

El 20 de agosto inician mis actividades como “docente” (profesor de español en el nivel secundaria). Es un asunto que me tiene en una disyuntiva. Por un lado, me imagino como un instrumento, bueno, un elemento más del aparato ideológico de Estado que es la escuela; por otro, pienso (mera evación) que el magisterio es el último espacio de resistencia contra el establishment. Sin embargo, todo se aclara cuando recuerdo que hay una tecnología educativa que regula la labor docente, que hay un conjunto de instancias que controlan, incluso, la práctica única e individual del profesor. Creo que no hay forma de escapar, no hay posibilidad de resistencia. Tenía razón Althusser. Lo sé, es falso todo (educar para la vida), lo único que importa son las "competencias" económicas, instrumentales y de poder.
Ah, si yo pudiera hacer una no-educación, una antipedagogía que se inmiscuyera como un virus (no virtual) en ese sistema educativo casi inmune a todo. Hablo de que en su papel como institución modeladora el sistema educativo hace muy bien su trabajo, crea ignorantes, analfabetas funcionales, seres acríticos muertos emocional e intelectualmente, seres abstractos, neutros.
Pero dejo el dramatismo. El lunes parto a la Secundaria Técnica Industrial No 151 de San Pedro Nixtalucum (Nichtalucum dice en mi orden de comisión), comunidad de El Bosque, Chiapas, México (me gusta esa faramalla, sólo me faltó escribir “el mundo”). Por lo que he investigado es una comunidad tsotsil, con tres líneas políticas: priísta, perredista y zapatista. Vaya mezcolanza. Pero, insisto, no debo dramatizar, no es para tanto, todo tiene su lado agradable, alguién me dijo que San Pedro Nixtalucum es un lugar frío. Me gusta el frío.
Por cierto, en un libro de Juan Bañuelos encontré un poema intitulado “Hojamarga”, que según se lee al final de texto, fue escrito en San Pedro Nixtalucum. Es curioso que dicho poema tenga un tono consternado como esto que escribo, no sé, tal vez me equivoco, pero, tal vez no:

nunca
se elevó
tan bajo
tu hambre
/
tu sombra sin
cuerpo
/
la impostura/
la ceniza
de tus trojes
quemadas
/
el látigo/los nadies
de la sed…

(Me) formaré a los “nadies” del requerimiento global: librepensadores, librempresariales y sustentables. Sordomuda va mi resistencia.

Sordomuda
(no se dice tu nombre
se respira
)
...dice Bañuelos.

Ya veré lo que se me permitirá leer del tiempo.
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15 de agosto del 2007